Encerrado,
aislado, solo, seguro. Los sonidos me envuelven, pero no penetran en mi sien.
Sentado en un rincón, ganas de encogerme sobre mis entrañas. Maremágnum caótico
de sonido irrita mi mente, contagiando sus ganas de explotar, exclamar
impasible la rabia que se contiene por los muros del respeto, solo hallable ya en
viejas memorias. ¿Cómo sonaría un mundo sin sonido, en el que ni el palpitar de
un corazón en la lejanía pueda ser oído, simplemente porque no late por un
instante? Un mundo en el que la gran herramienta que avanza incesante pare sus
engranajes solo para gozar del ruido silencioso del mundo vacío.
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